Primeras exploraciones coloniales en la cuenca alta del río Chama (sierra de La Culata)
Rubén Alexis Hernández
Luego
de haber incursionado en los Andes merideños, los invasores europeos se
dispusieron a explorar distintas zonas con el objetivo de conocer en
profundidad las particularidades medioambientales y humanas. Se trataba de un
proceso clave para identificar en primer lugar las características de la tierra
local con miras a su posterior explotación, y en segundo lugar para planificar
y ejecutar la organización del espacio geográfico de acuerdo a las normativas e
intereses de la Corona Española en el “Nuevo Mundo”. Entre tales zonas,
lógicamente se encontraba la cuenca alta del río Chama, desde la que se
hicieron incursiones en la vertiente
norte de dicho río, correspondiente a la sierra de La Culata, y en la vertiente
sur, correspondiente a la sierra Nevada. Vale destacar que estas expediciones
partieron fundamentalmente del valle longitudinal del Chama, aprovechándose así
las diversas rutas naturales que se abrían paso entre los valles transversales,
semiperpendiculares a cada una de las vertientes.
En
primera instancia, téngase en cuenta la importancia de los recorridos llevados
a cabo en la sierra de La Culata, considerando que los colonizadores pudieron
divisar las costas del sur del lago de Maracaibo, “descubrimiento”
territorial que será de vital
importancia para el Nuevo Reino de Granada y para los intereses merideños, por
constituir una salida estratégica al Mar Caribe, y posibilitar de esta manera el comercio de
importación y de exportación de gran parte de los Andes “venezolanos”.
Habiéndose
desplazado en 1558 por el valle longitudinal del río Chama hasta donde se ubica
actualmente la ciudad de Mérida, el capitán español Juan Rodríguez Suárez y sus
hombres fueron pioneros en recorrer parte de la sierra de La Culata, de acuerdo
a lo relatado por cronistas como Pedro De
Aguado y Pedro Simón. Posiblemente transitaron por el valle del río Mucujún
pasando por lo que actualmente conocemos como El Valle y otras poblaciones que
comunican a Mérida con La Culata. Al respecto el antropólogo Luis Bastidas comenta
lo siguiente:
“Rodríguez
Xuárez explorando todo el Valle de Mérida; al llegar uno de sus caudillos a la
quebrada de Los Alizares [se denomina así por la abundancia del árbol aliso], a
la que más tarde llamaron de Carrasco, cerca de donde hoy se encuentra ubicada
la población de El Valle, vía La Culata (...)". “El
encuentro. Itinerario de la conquista”, en Clarac de Briceño Jacqueline
(compiladora). Mérida a través del tiempo. Los Antiguos habitantes y su eco
cultural. Mérida: Universidad de Los Andes, 1996, p. 298.
Al
parecer uno de los hombres de confianza de Suárez, Carlos San Remo, intentó
arribar a lo que se conoce en nuestros días como el páramo La Culata, pero los
indígenas en su resistencia a los invasores, según consta la crónica de Aguado, obstaculizaron el camino principal para evitar el paso de
los europeos:
“En
la quebrada de los Alizares, que es más arriba de donde ahora está Mérida
poblada, se empalaron dos indios sólo porque queriendo conservarse en sus
tierras y casas habían cortado una cuchilla y atajado un camino que por ella
iba para que los caballos no pudiesen pasar por ella”. De Aguado, Pedro. Recopilación Historial de Venezuela (¿1581?). Caracas:
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (Fuentes para la Historia
Colonial de Venezuela, no. 67), tomo II, 1963,
p.411.
La
expedición mencionada se enmarcó en el plan de Suárez de arribar hasta el lago
de Maracaibo o sus cercanías, y como se
aprecia fracasó en su intento; no obstante, una exploración que partió desde
Zamú (Lagunillas) si logró su cometido, y Suárez con 30 hombres habría llegado
hasta una aldea identificada como Chama (de la que se tomó el nombre para
denominar al río), localizada en lo que se conoce hoy día como Sur del Lago de
Maracaibo, cerca de la ciudad de El Vigía:
“(…)
acordó Juan Rodríguez ir a dar vista y
descubrir la laguna de Maracaibo, y tomando consigo treinta hombres, y dejando
los demás en custodia del pueblo que llamaron de La Sabana, por donde bajó a lo
llano y fue a dar al pueblo de Chama, cuyos moradores halló huidos y alzados
(…)”. De Aguado, Pedro. Ob. Cit., p. 412.
Destáquese
que la ruta por la que se desplazaron hasta el sur del lago Suárez y sus hombres,
resultará una de las más transitadas en toda la jurisdicción merideña por
arrieros y pasajeros desde el periodo colonial hasta las primeras décadas del
siglo XX.
Luego
de las expediciones de Suárez, Juan de Maldonado incursionó en La Culata en
1559, divisando el sur del Lago de Maracaibo tras recorrer algunos valles
fluviales transversales. De Maldonado se desplazó por el valle longitudinal del
Chama, pasó por Mucuchíes y posteriormente llegó a lo que se conoce hoy día
como collado del Cóndor (también llamado pico El Águila), en donde posiblemente
tomó la ruta transversal del río Chirurí. A partir de dicho punto arribó al pueblo
de La Sal (actual Piñango), como fue conocida esta población por los españoles
debido a que, al llegar De Maldonado, los indígenas le ofrecieron tal alimento. Por cierto, la
ruta que parte del alto del páramo (como igualmente designaban al collado Del
Cóndor), ahora como una carretera asfaltada en su mayor parte, continúa siendo
transitada y es la vía más importante para comunicar a Piñango con el
exterior.
En
las cercanías del pueblo de La Sal, en un alto, observaron los españoles el lago
de Maracaibo; de manera que Maldonado envió a Alonso Desperanza a incursionar
en la costa sur de dicho lago por una ruta natural que comunicaba al pueblo de La
Sal con dicho territorio. Así relató De Aguado la importancia de la
visualización lacustre:
“Desde
el lugar donde en este valle se alojó Maldonado, vio la laguna de Maracaibo,
que le pareció tenerla muy cerca, y deseando que por allí se descubriese parte
y se viesen los naturales que en sus riberas había poblados, envió a ellos a
Alonso Puelles Desperanza con treinta hombres (…)”. Ibídem, pp. 428-429.
Desperanza
logró el objetivo de arribar a las costas lacustres y hacer algunas
observaciones sobre el paisaje y sobre los naturales. Llegó primero al asiento de los indígenas
torondoyes, y luego siguió el valle del río Torondoy hasta la ribera del lago.
Al parecer uno de los caminos recorridos por Desperanza corresponde a una ruta
por la que aún se desplaza la gente a pie o en bestia (lógicamente en menor
magnitud) entre Piñango y Torondoy, tal como asegura Luis Bastidas. Sin embargo,
Desperanza se vio obligado a retornar al pueblo de La Sal, debido a que su
tropa fue atacada por los Bobures que
vivían a orillas del lago. Luego de haber explorado el valle de La Sal,
Maldonado y sus hombres siguieron su recorrido
hacia el noreste, en la micro-región de Timotes, oriente del actual estado
Mérida.
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