Descripción colonial de algunas poblaciones merideñas. Parte I
Rubén Alexis Hernández
En
pleno periodo vacacional consideramos pertinente el siguiente escrito, referido
a la descripción que en algunas fuentes de los siglos XVII y XVIII, se hacía de
centros poblados merideños que hoy día son visitados por numerosos turistas
foráneos. Se trata de información extraída de los textos de Fray Pedro Simón,
del comerciante y funcionario público Miguel de Santiesteban, y del sacerdote
Basilio Vicente de Oviedo. En esta primera parte transcribimos parcialmente
algunos aspectos geográficos y humanos de la ciudad de Mérida:
-“El
sitio donde hoy permanece la ciudad de Mérida con este nombre, por habérsele
perdido, como dijimos, el otro, es un valle que corre algo pendiente Norte Sur,
a sesenta y dos grados y dos minutos de longitud del meridiano de Toledo, y
seis de latitud al Norte, entre dos quebradas, la una llamada Albarregas y la
otra Chenca (por decir Chama), que mejor se le dirá caudaloso rio que se
origina desde los páramos de Cerrada y va recogiendo las más de sus aguas de
las Sierras Nevadas a cuyo pie está este valle de la ciudad. Con que aunque es
algo hondo, la frialdad de la nieve no le deja ser demasiado caliente, antes le
da un temple tan templado que se crian en el las frutas que en otros países no
se dan sino en tierras muy frias o muy calientes (...). La gente que nace en
este pueblo tiene excelencia, sobre las demas de estas provincias, en ser
todos, en común, hombres y mujeres de crecidos cuerpos. Crianse con mucha salud
los niños por la templanza del país, salen de buenos ingenios. Hay en la ciudad
dos conventos, de Santo Domingo y San Agustin. La mayor parte de la tierra de
los términos es mas fría que caliente y toda ella muy doblada, con que no es
tan acomodada como otras a grandes crias de ganados mayores. Es muy pobre de
minas y así, sus grangerias (...) que mas les luce son las de trigo, que se da
mucho y muy bueno en las tierras templadas”
(SIMÓN, Pedro. Noticias historiales de Venezuela, 1626).
-“Esta
ciudad está situada a poco más de 6 grados y medio de altitud boreal en fértil
llano, y amena pradería, que en su mayor extensión tiene como 4 leguas que
llaman el ejido (...); 4 ríos que nacen en las sierras nevadas que tiene por el
nordeste, y el sureste, bañan y fecundan sus campos y terreno(...). Esta ciudad
por lo material de sus casas y edificios, por lo bien delineado de sus calles y
extensión de ella, manifiesta la nobleza y comodidad de sus primeros fundadores
(...); monedas de oro y plata se ven muy pocas, o se guardan por medallas y la
que corre por precio de las cosas es la azúcar prieta, reducida a panecillos de
dos libras y media que llaman papelones de que una carga de 10 arrobas se
regulan por 10 pesos y cada arroba por uno (...). Goza esta ciudad y sus
contornos de tan dulce y benigna temperie por la situación natural y geográfica
de su terreno, que se dice que en el periodo de un día logra templadas las 4
estaciones del año; produce con abundancia todo género de mies y frutos en su
ejido; pacen muchos ganados mayores, a quienes tienen los naturales más afición
que a los menores de que no faltan algunas tropas. Hay muchos pequeños ingenios
de azúcar, casas de campo y casas de recreo (...). Tiene una parroquia, un
colegio de la Compañía de Jesús en que residen seis o siete sujetos, un
convento de Santa Clara que tiene 16 monjas (...) y conventos de San Francisco,
Santo Domingo y San Agustín (...)” (Viaje muy puntual y
curioso que hace por tierra don Miguel de Santiesteban desde Lima hasta Caracas
en 1740 y 1741).
-“Está
la ciudad de Mérida en una amena meseta circunvalada de tres ríos (...). Tiene
otra particularidad Mérida, que no se en cual otra parte se experimente, que
cada día goza de las mismas cuatro estaciones, que se experimentan en todo el
año en Europa, que cada día goza trece horas de frío a proporción, pues su
temperamento es frío templado, cinco horas de primavera templada, seis horas de
caluroso otoño (...) Su terreno es muy fértil, que produce todos frutos, y de
tierra fría, templada y calida, manzanas, duraznos, membrillos, granados,
plátanos, aguacates con abundancia buen trigo, maíz, papas, arracachas, yucas,
repollos (...), sus gentes (...) son de genios agudos, amables, y festivos, y
aun picados de briosos, y que hay muchas familias nobles descendientes de los
conquistadores, donde han permanecido, o continuádose más a proporción del
número por lo saludable, ameno y deleitoso, y ser tierra de comercio, que se
comunica mucho con el Reino, y con la provincia de Caracas”
(DE OVIEDO, Basilio Vicente, Pensamientos y noticias escogidas para utilidad de
Curas del Nuevo Reino de Granada, 1761).
Mérida en 1869, según acuarela del naturalista Anton Goering. Para este año la ciudad andina era poco diferente a la del periodo colonial.
Fuente:https://twitter.com/carolinaespada/status/1203304415190491138/photo/1.
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