‘Canapiares’ de la Mérida de hoy
Rubén
Alexis Hernández
Los
‘canapiares’, quasimodos o personajes pintorescos-grotescos, han deambulado en
las distintas ciudades de Venezuela desde tiempo inmemorial, llamando la
atención de la sociedad en general por su peculiar condición, debida en parte a
diversas circunstancias individuales y familiares, y a la problemática socioeconómica
presente en toda época. Han formado parte de una realidad social-multidimensional
compleja que a muchos les cuesta entender o avergüenza, pero que se ha
manifestado de forma permanente y concreta en la cotidianidad dinámica y
turbulenta del día a día.
La ciudad de Mérida no ha sido la excepción
respecto a los quasimodos, y por sus calles han desfilado numerosos personajes
pintorescos, algunos tan conocidos, que han sido merecedores de escritos
variopintos y hasta de una canción, en el caso de Amador. En el presente texto,
se hace referencia a algunos de los ‘canapiares’ de la Mérida de hoy, teniendo
en cuenta tanto a los que están vivos, como a los que fallecieron
recientemente. He aquí la lista, con una descripción breve de cada personaje:
Beto:
También conocido como Tío Conejo, por el desplazamiento hacia adelante de sus
dientes incisivos superiores. Personaje bien conocido en el sector Barinitas, donde
ha llevado a cabo diferentes labores y ha ayudado a estacionar automóviles, a
cuidarlos y a lavarlos desde hace muchos años, ganándose la estima de los
vecinos y de numerosos visitantes. Muchos de sus conocidos lo llaman simplemente
tío, y Beto responde, “sobrino, Dios me lo bendiga”. Es un individuo
amable, alegre y servicial, pero cuando está bajo los efectos del alcohol
parece otra persona, siendo grosero y violento a menudo.
Chayo:
Señora popular en la plaza Bolívar y sus alrededores, dedicada a barrer las
calles de la zona. Se esmera en lo que hace y muchos vecinos la aprecian,
pero la ira se apodera de ella cuando se ‘entona’ luego de unos tragos de miche
o de otra bebida alcohólica; en ocasiones el consumo de licor la inspira para cantar tonadas románticas
o tristes, tipo ‘cortavenas’. Tiene su fama esta mujer, considerando que es
nombrada en estaciones de radio y hasta en la gobernación del estado Mérida y
el Consejo Legislativo.
Cristóbal: Sujeto
ya fallecido, de contextura media (entre delgada y gruesa), que frecuentaba las
plazas Bolívar y Las Heroínas, y el sector Barinitas, donde ayudaba a parquear
automóviles y se encargaba de cuidarlos. Era conocida entre los vecinos y los
visitantes su frase “cualquier bendición es bienvenida”, con la que se
refería a que cualquier cantidad de dinero por su labor, sería bien recibida. Cristóbal
era tranquilo y respetuoso, incluso en medio de las borracheras a cualquier hora
del día o de la noche. A pesar de tener casa propia, pernoctaba mayormente en
cualquier sitio callejero que le brindara una buena protección contra el rigor
climático, y cierta comodidad mientras se desvanecían los efectos del alcohol
en su cuerpo.
El Guajiro:
Personaje que ya no está entre nosotros, llamado así por su apariencia física (rasgos indígenas), aunque se desconoce si era oriundo de la Guajira (venezolana o colombiana). Deambulaba
principalmente por la plaza Bolívar, en la que en ocasiones estaba pendiente de los automóviles
estacionados, como vigilante. Pernoctaba en la zona luego de sendas borracheras, que casi
siempre lo transformaban en una persona iracunda y grosera, que protagonizó más
de una pelea a puño limpio o con cuchillo en mano.
Firifiri o Vielma:
Sujeto ya fallecido, de quien algunos decían que era familiar cercano
(¿hermano?) de los hermanos Vielma, famosos en Mérida por ser propietarios de
algunas ferreterías. Al menos tenía el mismo apellido. Deambulaba por el casco
central de la urbe andina, en especial por los alrededores de la plaza Bolívar,
‘martillando’ (pidiendo dinero) a los transeúntes para la compra de licor, del
que era aficionado en extremo. Cuando se embriagaba o estaba a punto de
embriagarse, se volvía insolente y peleón, arremetiendo contra sus compañeros
de bebida y otras personas.
Marlo:
Personaje de contextura media, que al parecer no es oriundo de la ciudad de
Mérida. Se trata de un sujeto de doble faceta a causa de su afición a la
ingesta de alcohol. Cuando se entrega a la bebida, deambula durante meses por
el casco central de Mérida, ayudando a estacionar y cuidar automóviles en la
plaza Bolívar y otros lugares, o simplemente pidiendo dinero con la frase “patroncito,
regáleme algo”, para financiar lo que consume. Por lo general bebe junto a
otros ‘canapiares’, aunque pernocta solitariamente en lugares que le ofrezcan
buen cobijo, o en residencias cuyos propietarios se ofrecen como “posaderos”. Y
cuando deja de beber, lo hace por un largo periodo, durante el cual es alguien
servicial e incluso ha trabajado en ciertos negocios, devengando un sueldo.
Nacho:
Sujeto al parecer oriundo de la cuesta de Belén o de sus alrededores, de
nombre Ignacio (hasta donde se sabe, a los que llevan el nombre de Ignacio se
les apoda como Nacho). Es relativamente joven al día de hoy (2024), y se le
identifica con facilidad debido a que anda descalzo, con el torso desnudo, y viste pantalones viejos y descosidos. Deambula por todo el casco central de Mérida y quizá más allá,
hablando solo y con la costumbre peculiar de llevar un vaso de plástico
desechable, que acerca a todo aquel que vea ingiriendo alcohol, para que le
regale algo de su bebida. Hay quienes aseguran que Nacho se torna soez y violento
en algunas ocasiones, posiblemente por los efectos del alcohol.
Nancy la fiscal:
Señora ya entrada en años, conocida así por colaborar con el tránsito,
específicamente en la avenida Las Américas. Participa en cuanto espectáculo o
evento se organiza en el viaducto Campo Elías o sus alrededores (en cuya
cercanía parece que vive), siendo protagonista y sacando sonrisas a más de uno
con sus ocurrencias. Frecuentemente ingiere licor en exceso, y cuando se
‘prende’ o ‘entona’, se transforma en una mujer iracunda, hasta el punto de
ofrecer golpes a sus “amigos”.
Comentarios
Publicar un comentario