Quasimodos o ‘canapiares’ de la Mérida de ayer. Según Obdulio Picón Picón
Rubén
Alexis Hernández
En
el presente escrito se expone una parte del texto Quasimodos de Mérida. Ápodos y poemas. Mérida: Universidad de Los
Andes, 1990, del escritor merideño
Obdulio Picón Picón, en el que se hace referencia a los ‘canapiares’ o
quasimodos de la Mérida de antaño, “(…)’personajes’ o tipos que por sus
peculiares gestos, andares o física configuración y especialmente por su rara
indumentaria, constituían una especie de gratuita y a la vez curiosa
entretención o pintoresca atracción callejera (…)” https://rubenhernandezhistoriademerida.blogspot.com/2023/07/los-canapiares-personajes-populares-o.html
A continuación, se transcribe parcialmente la reseña de Picón Picón sobre algunos quasimodos de la Mérida de ayer:
“-
El Cura del Valle: Hombre cargado en años, corpulento y siempre en actitud
mística, solía llevar consigo un atuendo o vestimenta cargada, con muchos
aditamentos, colgandejos y regorgallas de su propia confección, que elaboraba
con variedad de desperdicios (…). Caminante o andariego incansable,
estrafalario, quizás ancestro de aborigen o gitano; emitía monsergas
interminables, mezcla de religión e insulto (…), solía llevar libros sagrados,
agua bendita, camándula y un báculo o garrote.
-Miguelito
Damegusto: Anciano de fina estampa (…), lucía ataviado de sombrero hongo, traje
negro, bastón, que le presentaban con imagen simpática. Se hacía iracundo
cuando la chiquillería lo nombraba por su alias. Se inmutaba cuando se le
exigía un mandado, recibía limosna sin obligarse a nada. Su ceño adusto lo
insinuaba, se creía académico.
-Pichón
de Palomo, (Antonio María): Gran parlanchín de dispersa conversación, quería
decirlo todo a un mismo tiempo (…). Fuerte y activo era en su trabajo de
jornalero; cuando lo practicaba lo hacía condecendiendo la petición insistente
del interesado. Era un obrero temperamental (…). Era producto de profundas
frustraciones (…). Se violentaba al
molestarlo por su mal nombre.
-El
Bobo Andrés, (Andrés Angulo): De hablar pausado y lento con voz de contrabajo o
cavernosa, como si la emitiera desde ultratumba, calmo en el andar, bastante
moreno (…). Era una especie de disco rayado al conversar, repetía hasta lo
insoportable todo vocablo que pronunciaba copiando como una cinta magnetofónica
lo que le conversaba su interlocutor (…).
-Recluta:
Hombre, seco de carnes, espigado y de semblante aparentemente geremíaco, aunque
se manifiesta alegremente ‘echón’ o jactancioso (…), y que llaman ‘recluta’ por
mal nombre y por vestirse con prendas usadas de soldado. Cuando le recuerdan
este nombre, no respeta lugar ni hora para su incontrolable ira agresiva.
-El
Loco Luis: Joven adulto, escaso de estatura, con marcada inmadurez, pero a la
vez con tremendo abandono de su aseo y sin uso de razón; larga barba y mirada
taciturna; con una rara costumbre: abre o cierra puertas (…) y donde encuentra
un candado abierto, lo tranca (…).
-Amalia:
Nuestro popular personaje, por su deferencia con el prójimo, es comunicativa y
lo hace con faz risueña y el comentario del acontecer cotidiano, aliñado con
algunos señalamientos político-administrativos del momento además de su diálogo
personal con sus deferentes…Así es la simpática Amalia…
-Rómulo
‘El Polaco’: Procedente de la zona rural denominada ‘San Jacinto’, se le veía
con frecuencia por los alrededores del popular barrio Barinitas. Tenía la
particularidad de no usar pantalones largos a pesar de que cifraba en más o
menos 44 años, de ahí le viene su ápodo, pues era costumbre en esta ciudad
llamar polacos a los adolescentes que demoraban el atuendo del pantalón largo
(…). A nuestro personaje cuando los muchachos callejeros le decían ‘El Polaco’,
les respondía con persecución y piedra”.
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