El turismo en la Mérida de los años 50 (siglo XX)

 

 Rubén Alexis Hernández

 

En el presente escrito se expone parcialmente un relato de Francisco Martínez, autor del Diccionario geográfico del estado Mérida (1959), donde se refleja el auge turístico que para la década de 1950, ya se notaba en la ciudad de Mérida y otras poblaciones de la entidad homónima. Entre otros aspectos, el autor destaca la importancia del Sistema Teleférico, de construcción bastante avanzada para la época en que Martínez finalizó su diccionario. También hace referencia a los atractivos naturales: cascadas, chorreras, montañas y otros. Aconseja que se tomen medidas para potenciar la actividad turística, aunque es importante señalar que en lo relativo al alojamiento, ya el estado Mérida contaba con numerosas posadas y hoteles.


Al fondo se aprecia una cabina del antiguo Sistema Teleférico de Mérida, en su recorrido hacia el pico Espejo. Archivo fotográfico de Rubén Hernández. Agosto de 2003.

 

He aquí la descripción parcial de la actividad turística en la Mérida de los años 50 (siglo XX), publicada en las páginas 62,63, 64 y 65 del diccionario arriba mencionado:

 

"Esta entidad, por razón de su estructura física es una de las que más se prestan al desarrollo del turismo. Con sus diferentes pisos térmicos para satisfacer los más variados gustos y necesidades, sus atrayentes paisajes, la pureza y abundancia de sus aguas, la índole pacífica y laboriosa de sus habitantes y el espíritu cívico que anima a sus clases dirigentes, reúne las características principales necesarias para atraer una buena corriente de turismo, nacional y extranjero.

 

Sin embargo, el turismo no es planta silvestre que crece espontánea y fructifica por sí sola. Para ello es preciso un cultivo cuidadoso, técnico y perseverante. Muchos y variados son los requisitos indispensables para aspirar a una buena cosecha.

 

El turismo deportivo tiene aquí múltiples alicientes: el andinista tiene amplio campo donde ejercer su afición; las autoridades han proveído todo lo necesario para complacer a los pescadores de truchas y carpas; los nimrods criollos o extranjeros disponen de extensas tierras llanas en donde afinar la puntería; los botánicos, los buscadores de minas, tienen de sobra en donde y en qué entretenerse; aquellos que van en busca de salud y bienestar físico encuentran aires puros, fuentes termo-minerales, temperatura agradable; los que van en busca de reposo para el espíritu cansado o adolorido pueden entregarse a la meditación y al descanso en medio de parajes de incomparable quietud y belleza, a tiro de piedra de la civilización (…).

 

(…) vías de comunicación, sin excepción, buenas y seguras; alojamientos confortables, con más comodidad que lujo; facilidades de todas clases; comida buena y variada; seguridad y protección oficiales; precios razonables y amplia información, son las bases para el desarrollo de nuestro incipiente turismo.

 

Las bellezas naturales del Estado son tantas que no es posible dar un paso sin ver algo interesante y agradable, la cascada del "Velo de Novia, en la salida de Santo Domingo hacia Barinas; los célebres Chorros y Gruta de Milla; las cascadas del camino de Ejido a la Azulita, las Chorreras de Las González; las innúmeras lagunas de ambas Sierras, como la de Santo Cristo, la de El Montón (…), la Negra, la Verde, la de Mucubají, la de Los Guaches, las de El Albarregas, las de Los Anteojos, la del Urao en la Mesa de Lagunillas y tantas otras que escapan a la memoria (…).

 

(…) es el Estado el mayor centro de interés turístico en Venezuela. Al convertirse en realidad la construcción del teleférico, el atractivo de la región aumentará en un 100%".

 

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