Cacao y etapa prehispánica “merideña”
Rubén Alexis Hernández
El
cacao merideño, fruto de excelente calidad histórica en el contexto venezolano
y mundial, ya se daba en abundancia en
el periodo prehispánico de lo que hoy es el estado Mérida, en especial en las
tierras bajas y cálidas del sur del Lago de Maracaibo, donde ya reinaba el
posteriormente famoso cacao porcelana. Y para los antiguos pobladores merideños
esta especie representaba en primer lugar un importante alimento; consumido
como bebida derivada de su cocimiento, se llamaba chorote y por lo general no
era edulcorada ni llevaba aditamentos, al contrario de lo que ocurrió luego del
arribo de los colonizadores españoles, cuando a esa bebida, conocida como
chocolate, incluso se le comenzó a agregar leche de vaca y de otros mamíferos.
Ahora
bien, además de alimento el cacao significó para los habitantes prehispánicos
de “Mérida” un elemento de importancia mágico-religiosa, en el sentido que la
incineración de la grasa del fruto era una ofrenda a ciertas entidades
sobrenaturales, que se creía moraban en ciertos lugares considerados sagrados y
les protegían:
“Hemos
dicho que el cacao era planta ritual de los indígenas de la cordillera de los
Andes, tanto cuicas como Mucus; extraíanle la manteca que quemaban en honor de
sus divinidades en vasijas de barro cocido, de forma especial, pebeteros o
trípodes con caprichosas figuras talladas algunas veces, otras simples gachas o
depósitos llamados chorotes por los españoles. Molido y cocido extraíanle al cacao la grasa, (Simón) que como lo mejor
que tenían los indígenas consagrábanla a sus dioses, por intermedio de sus
mojanes; costumbre peculiar de todas las tribus andinas, aún de los mucuchíes y
otras, que por vivir en los puntos más altos tenían que adquirir por comercio
el cacao que necesitaban para sus ritos”. Julio César Salas. Etnografía de Venezuela. Mérida: Academia de Mérida; Ediciones del
Rectorado, p. 81.
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