Hospedaje colonial y poblamiento en Mérida (cuenca alta del río Chama)
Rubén Alexis Hernández
En los antiguos caminos andinos los viajeros
no podían realizar, en la mayoría de los
casos,
largos recorridos en
periodos cortos de
tiempo. Más aún,
en ocasiones
el desplazamiento entre un punto de partida
y uno de llegada definitivo, oscilaba entre dos
y tres días, y en algunos casos era hasta
de una semana. Entre los factores que incidían en
tal situación, tenemos las largas
distancias para recorridos pedestres o a lomo de bestia, el
relieve abrupto, las cambiantes condiciones
climatológicas, entre otros.
De manera que los viajeros del periodo
colonial necesitaban pernoctar en lugares que no
sólo les permitiera descansar y dormir,
sino que les ofreciera alimentos y una especie de
solar (¿caballeriza?) para las bestias de
carga y de montura (caballos, asnos y mulas).
Así surgieron las primeras posadas o
aposentos, conocidas en un principio
como
ventas o casas para pasajeros, que en realidad no eran muy confortables si
consideramos la presencia, por ejemplo, de
unos simples cueros de res para descansar
(si lo vemos con la óptica actual). Estas
primeras posadas serán fundamentales para la
dinámica comercial y el poblamiento
hispánico en varias zonas de los Andes merideños,
y mientras que en algunos casos se
transformaron en centros poblados que trascendieron
hasta nuestros días, en otros fueron
parcialmente determinantes para la consolidación de
ciertas localidades.
El
caserío La Venta, ubicado en la parte superior del río Motatán,
fue quizá el más
conocido
sitio de estancia
colonial para los
viajeros en los
Andes merideños,
específicamente para quienes transitaban
entre Mérida y la provincia de Venezuela. Su
nombre (venta) proviene de la mención que
hacían los colonizadores de toda aquella
vivienda
establecida en los
caminos para el
hospedaje de los
viajeros. La
Venta presentaba una importante ventaja
geoestratégica, como era ser un punto más o
menos equidistante entre las poblaciones
más cercanas del valle del Chama y del valle del
Motatán, específicamente Apartaderos y
Chachopo. Y era bien importante por su
condición de refugio ante las duras
condiciones climáticas entre las poblaciones antes
mencionadas. Tengamos en cuenta que el tipo de ecosistema
presente en la zona es
paramero casi en su totalidad, por lo
que era prácticamente obligatorio
hospedarse
en
La Venta para
los que se desplazaban por el camino real interandino
en sentido
oeste-este, y viceversa. Este caserío
estaba asentado más o menos donde se ubica la actual
población (municipio Miranda del Estado
Mérida).
La localidad conocida como Apartaderos,
también debe su origen en cierta medida
a
su condición de posada durante el periodo
colonial. Su notable posición geoestratégica,
como
encrucijada que comunicaba
a los altos
Andes merideños con
el Lago
de Maracaibo y con los Llanos barineses,
además de ser un importante enlace en el camino
real
interandino, fue fundamental
para facilitar el
traslado de personas,
productos
alimenticios y
diversas mercancías. Aquí es indudable
que los viajeros de
diversas
regiones
requerían de alojamiento
en un lugar
donde pudieran comunicarse
relativamente fácil con otras zonas, o
donde pudieran llevar a cabo las transacciones o
intercambios comerciales de forma expedita.
Por otro lado tenemos el caso del caserío
Los Aposentos, ubicado en un sitio cercano a
la localidad de Mucuchíes, por lo que puede
considerarse parte del área de influencia de
esta última durante el período colonial.
Como sabemos, Mucuchíes fue un importante
asentamiento durante los siglos XVI y XVII,
a manera de punto de enlace en el camino
real interandino, y al igual que en
Apartaderos, se interconectaban diversas vías de
comunicación. Era
evidente, en este
contexto, el movimiento
de población y
de mercaderías, destacando la importancia
que pudo haber tenido para los intermediarios
comerciales, que establecían contactos, por
ejemplo, entre los Llanos barineses y el
Lago de Maracaibo. El origen del topónimo
(Los Aposentos) proviene del hecho de que
se trataba de un lugar en el que habitaron
algunos encomenderos durante la segunda
mitad del
siglo XVI, cuyas viviendas
habrían sido transformadas posteriormente en
casas de alojamiento para los viajeros.
Por último, podemos agregar el caso de
Torondoy. Dicha población estuvo asentada en
una posición más o menos intermedia en una
de las rutas transversales que comunicaban
al espacio altoandino merideño con el sur
del Lago de Maracaibo, en las cercanías del
piedemonte andino-lacustre. La comunicación
por esta ruta generalmente oscilaba entre
dos y tres días, y por lo tanto tuvo que
haber sido un factor clave para que Torondoy se
transformara en un importante sitio para la
estadía de arrieros, funcionarios públicos,
sacerdotes y otros personajes.
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