Toponimia y oralidad en Mucurubá

 

Rubén Alexis Hernández

 

Cuando se hace referencia a la toponimia de cualquier entidad político-territorial en el mundo, suele pensarse en que toponimistas, cartógrafos, geógrafos, lingüistas, historiadores y otros investigadores-profesionales, tienen la primera palabra al respecto. Ciertamente el conocimiento académico en cuanto a la disciplina de los nombres propios geográficos, es algo bien importante, pero no por eso se debe desestimar la sabiduría de los pobladores de determinado lugar, transmitida de generación en generación en buena parte mediante la oralidad, en especial en territorios rurales o en aquellos que recientemente han adquirido características urbanas. Para los lugareños de tal o cual espacio los topónimos son evidentes identificadores socioterritoriales, que hacen clara alusión al estrecho relacionamiento histórico del hombre y la mujer con su medio geográfico y los distintos elementos: fauna, flora, clima, suelos, montañas, ríos, lagunas y otros.

 

A continuación se transcriben en parte las entrevistas realizadas, hace algunos años, a dos habitantes de la parroquia Mucurubá, en el espacio altoandino merideño. Notables conocedores, vía empirismo, de la toponimia local y su significado geográfico, histórico, lingüístico, económico y pare de contar. Ejemplifican la indivisible vinculación material y simbólica del ser humano con el paisaje que le sirve de asiento.

 

Entrevista número 1, a la señora María Julia Torres, el 18-12-2006:

 

Rubén: ¿Qué otros lugares conoce usted de Mucurubá?

Señora Julia: Pues Cacute, un páramo que llaman Micatá, La Tienda y Escagüey; esos nombres son los que hay por allá, ¡ah¡ y Los Hernández que queda en Mucurubá, para arriba en  San Román, eso queda para el lado de Mucuchíes; ah y El Pantano, eso son los nombres que yo conozco. Para abajo Tabay, San Rafael de Tabay; por ahí hay un punto que llaman San Jerónimo.

Rubén: ¿Conoce Los Lirios?

Señora Julia: Eso es abajo en La Cruz.

Rubén: ¿Y esa montaña que llaman Filo El Romeral?

Señora Julia: Filo El Romeral, pues es este mismo Filo, este mismo tiene que ser, que se ve aquí detrás.

Rubén: ¿Y hacia Los Pozos?

Señora Julia: Ese es el mismo, de Los Pozos pa´ cá es el Filo Romeral, todo ese filo allí, de Los Pozos hay pa bajar pa Escagüey.

Rubén: ¿Ha escuchado de Mesa de Los Fiques?

Señora Julia: La Mesa de Los Fiques, eso es abajo, en Escagüey, eso hay mucha mata de esa que llaman fique, que también le dicen cocuiza. Hay unas haciendas por allá desde que tengo uso de razón.

Rubén: ¿Usted sabe por qué Las Piñuelas fue llamada de esa manera?

Señora Julia: Las Piñuelas, aquí hay una matica que parece piñuelas que son unas hojas grandes, que se la comen los animales. Dicen que a los osos les gusta mucho, será porque son como dulces, será.

Rubén: ¿En El Hernández vive una familia con ese apellido?

Señora Julia: Pues, yo no sé si hay una familia que vivía antes, desde que yo me conozco lo mientan Los Hernández.  Pa´ ya no sé si viviría el primer Hernández, a lo mejor pues.

Rubén: ¿Ha escuchado de Loma del Hombre?

Señora Julia: Por aquí se llama La Loma del Hombre, por la caída de La Pata que llaman, porque hay una piedra que parece un Hombre parado y entonces pusieron la Loma del Hombre.

Rubén: ¿Qué sabe usted de la historia de todos estos lugares? ¿Qué le contaban sus padres o sus abuelos?

Señora Julia: Mi papá y mi mamá me contaban que ellos oyeron, que esto habían colocado Gavidia, porque había un señor (ininteligible) que se llamaba Bruno Gavidia, entonces le pusieron el nombre al campo, aquí, Gavidia por ese señor que estuvo viviendo, que fue el primer habitante que vivió en esas casitas que hicieron nuevas ahora, por eso es que llaman la Gavidia. Arriba donde yo vivo que llaman El Oso, antes había una montaña alta y había un oso que habitaba por ahí, entonces la gente le puso el nombre de La Cañada del Oso. Entonces así se quedó el nombre allá donde vivo.

Allá arriba llaman el Yaque donde vivía la Señora Rosa. Allá arriba le llaman la Mesita del León, porque antes habitaba un león cuando antes había montañas. Pero esas montañas la abandonaron cuando ya hubo gente.

Y más arriba llaman Pantano Grande, más arriba llaman Michiruy y más arriba llaman la laguna El Arco (ininteligible), son lagunas bravas, antes uno tenía miedo, pero de solo pasar gente de allá y pa’ cá, se amansó, ahora ya no es brava. Por ahí era el camino que nosotros íbamos para El Fraile, donde tenía pájaros mi papá, por el otro lado era el camino para Los Arangures, Santo Cristo, por todo eso yo he andado. Allá donde llaman Los Volcancitos queda la laguna (ininteligible), y por aquí la laguna El Coco, El Parche, El Medio, El Garabato.  

Rubén: ¿Qué nombres tienen las fincas por estos lados?

Señora Julia: De las fincas de aquí de Gavidia, los Corrales, Finca del Alto, El Buitre, Michurao, y del lado de Los Pozos, El Hatico, El Cadillo, Los Potreros, La Quinta, Los Bolsicos donde yo estuve viviendo. Por allá   llaman también La Aguada.

Rubén: ¿Sabe por qué Los Bolsicos fueron llamados así?

Señora Julia: Porque queda la casa abajo como en un bolsillo, abajo por Micatá abajo en un bolsillo queda la casa.  Allá vivía un tío mío de Los Bolsicos.  Para abajo allí mismo queda Escagüey, donde queda la Mesa de Los Fiques. Para debajo de Los Pantanos hay una finca que llaman Mucural, por La Cruz, y para el lado de Los Corrales hay una finca que se llama los Barbechitos, eso es lo que yo conozco.

Rubén: ¿A qué familias pertenecen esas fincas?

Señora Julia: Esas fincas de los Barbechitos, pertenece a una familia Rangel, a un señor que se llamaba Julio Rangel, que es el amo de esa finca, y para arriba llaman El Picadero del puente para abajo, allí donde hay un pueblecito. El pueblo del Picadero eso llaman así porque había un señor que vivía llevaba leña para la cruz, allí se podía picar leña, eso era un picadero de leña, y Los Corrales, yo no sé porque llaman Los Corrales, sería porque habían hecho muchos corrales para los animales en aquel tiempo (…).

Rubén: ¿Usted ha escuchado del Páramo El Escorial?

Señora Julia: El Páramo El Escorial, si lo he oído, pero no me acuerdo por donde es.

Rubén: ¿Y de San Benito?

Señora Julia: San Benito, no ese debe ser un nombre nuevo que le habrán puesto ahora, porque yo no lo conozco.

Rubén: ¿Y Loma de la Virgen?

Señora Julia: Esa sí, esa la llamaban antes la Loma de la Teta, le cambiaron el nombre y le pusieron Loma de la Virgen, allí pues por allá queda El Escorial, ya me acordé, de la Loma de la Virgen para allá queda El Escorial, por allá vivía unos familiares de nosotros unos tíos de mi papá allá en ese Escorial.

Rubén: ¿Siguen viviendo en El Escorial?

Señora Julia: Eso quizás también se morirían, eran unos primos viejos, vivirán los hijos, los nietos.

 

Entrevista número 2, a Audelino Trejo, el 24-02-2009:

 

Señor Audelino: (…) nací en un campo que llaman Los Pozos, allá fue donde me crié.

Rubén: ¿Y por qué llaman así a ese campo?

Señor Audelino: Desde que yo lo conocí Los Pozos, lo llamaron y lo llaman. Cuando hay mucho invierno hay pozos que no tienen desagüe, entonces se llenan de agua, pero pocos. En invierno se llena de agua, digo yo.

Rubén: ¿Qué lugares conoce usted de Mucurubá?

Señor Audelino: De Mucurubá conozco todo, Escagüey, Cacutico, Mococón, El Rincón, el casco central, La Cruz, La Ranchería, La Pueblita, Las Cuevas, San Román, y por el otro lado pues los Llanos de Mucupiche que llaman, El Pantano, abajo Mucural, una finca que llaman  El Pantano, por el mismo lado Los Lirios, La Mesa del Morro, Micatá, Micapáz, arriba El Hatico, Los Llanos, La Finca, Bella Vista, Los Ranchos. Por aquí la Mesa Alta, La Ciénaga.

Rubén: ¿Usted ha escuchado hablar de la quebrada Estití?.

Señor Audelino: Sí.

Rubén: ¿Dónde queda esa quebrada?

Señor Audelino: Donde está, lo que nosotros llamamos el loco Ramón, el puente de Estití.

Rubén: ¿Por qué la llamaron así?

Señor Audelino: Desde que yo sé el Estití, ahí antes salía el diablo, uno pasaba por la carretera con mucho miedo, ahí hay una piedra, está al salir del río, estaba una piedra que uno llamaba la silla del diablo.

Rubén: ¿Es cierto que hay un pico llamado Las Venteras o Las Ventanas?

Señor Audelino: Había una vivienda arriba, una casita de paja antes, ahorita no, ahorita tiene otro nombre la loma, después está la laguna Los Colorados, después la Laguna Negra. Ese queda encima del Siniguis, el Picacho Las Ventanas ese es por donde uno sale para ir a Mérida por La Culata.

Rubén: ¿A qué llaman ustedes cañada?

Señor Audelino: Es porque queda muy hondo.

Rubén: ¿Por esos lados también hay un cerro llamado San Martín?

Señor Audelino: No ese si no lo conozco.

Rubén: ¿Y el cerro Trabuco?

Señor  Audelino: ¡Ah¡ Trabuco,  si lo conozco, ese está por la Teta, para la Laguna Negra, donde llaman  (ininteligible) para La Culata, Pan de Azúcar.

Rubén: ¿Por qué tendrá ese nombre?

Señor Audelino: No sé, no tiene figura de trabuco, pero lo llaman así, más bien el Pan de Azúcar si parece como un pan azucarado.

Rubén: ¿Qué fincas conoce usted?

Señor Audelino: La Pollinera, una parte de eso era antes del abuelo mío, mis tíos y mi papá vendieron eso. Esa la de los Pozos arriba de la planada era de un tío y de mi papá, eso también lo vendieron. Los que viven ahora en Los Pozos tienen poco tiempo ahí.

Rubén: ¿Y la finca de Los Potreros?

Señor Audelino: Sí, como no, eso me han llegado aquí compradores. Qué la vendan mis hijos, pero yo no, eso le queda a mis muchachos, sí los muchachos se quieren quedar sin nada allá ellos, pero yo no, no la voy a vender. Esa finca para nosotros ha sido muy agradecida, y eso es muy poco lo que a uno quieren darle, una miseria, no y eso es un lugar muy bonito que nos trae recuerdos.

Rubén: ¿Hay una finca llamada Micatá?

Señor Audelino: Eso es de unos carajos que llamamos (ininteligible), ellos son de Pueblo Llano, el sobrenombre es (ininteligible), ellos son Rivas, son pueblollaneros (…), son muy trabajadores.

 Rubén: ¿Hay una parte que le dicen el Otro Lado?

Señor Audelino: No bueno, el otro lado es como decir allá, después del río ese es el otro lado.

Rubén: ¿Qué lagunas y páramos conoce de Mucurubá?

Señor Audelino: De una parte conozco el Santo Cristo, después de la laguna de Santo Cristo hay seis más, la Coromoto (ininteligible), saliendo de esos páramos la del Arco, la del Parche, y la de La Pata.

Rubén: ¿Y sabe por qué las llaman así?

Señor  Audelino: Quien sabe porque le pusieron así (ininteligible), está  La Negra, después está la del Garabato, después las Bravas, esas son bravas.

Rubén: ¿Qué encantos conoce?

Señor Audelino: Antes se oía el de La Pata. Que venían de San Juan viajando unos señores, el hombrecito venía apurado a ver a la familia, a la mujer de él, entonces llegó a la laguna de La Pata, encontró a la mujer al lado de la laguna. El hombrecito venía apurado, no quiso esperar a los otros, entonces en lo alto de La Pata, vieron al hombrecito en la mitad de la laguna, la laguna se lo tragó. Las otras lagunas son La Playa, La Negra, La Pescuezuda.

Rubén: ¿Ha escuchado del encanto de El Hernández?

Señor Audelino: El Hernández, no.  Del picacho El Hernández no he oído el encanto.  Los encantos que conozco es que uno le tenía miedo a las lagunas, donde quiere puede haber un encanto, en una piedra o en una cueva.

Rubén: ¿Ha escuchado de Los Bolsicos?

Señor Audelino: Sí claro, abajo en Los Bolsos, antes de llegar a la Mesa de Los Fiques.

Rubén: ¿Y por qué ese nombre?

Señor Audelino: Desde que yo me conocí, ese era los Bolsicos, era de Francisco Moreno, eran los dueños de eso y ahora unos Quinteros, Pepe Quintero, ponen a trabajar en el Molino de Don Pepe, que queda por donde pasaron ustedes por la casona vieja, era un molino para hacer harina, se llamaba así y todavía uno lo nombra así.  Vendieron eso a un carajo.

Rubén: ¿Hay una quebrada llamada El Cardenillo?

Señor Audelino: Sí claro, eso es arriba en una picachona, la quebrada esa que se llama El Cardenillo. En el pueblo se acompaña con la de (ininteligible), es un nombre muy antiguo, se consiguen y se hace una sola (…), está la del Cardenillo, está la del Carrizal que se acompaña con esa y acá abajo tiene otro nombre, la Quebrada de López. Yo he estado allí, hay una piedra que tiene unos cosillos amarillos, será eso que se llama así, para mí sale de la misma piedra o alguna cosa como un polvillo.

Rubén: ¿Y dónde se encuentra esa piedra?

Señor  Audelino: Arriba en el Páramo, en donde nace la Quebrada.

Rubén: ¿Conoce Loma de La Virgen?

Señor Audelino: No he escuchado de la Loma de La Virgen, pero sí de la quebrada de La Virgen.

 Rubén: ¿Hay una loma llamada La Cuchilla?

Señor Audelino: No la he escuchado, me acordó usted con eso a una quebrada San Román, por allá hay un camino que uno sale a Gavidia, yo fui mucho con caballos y con bestias y con cargas, por Los Barbechitos, después de Los Barbechitos, como se llama eso por allá, tengo una familia, unos primos.  De ahí donde yo fui en estos días hay una cantina, compra uno guarapo y uno se echa unos palos pa’ llegar a Gavidia, por ahí hay un lugar que llaman Los Corrales.

Rubén: ¿Y El Picadero?

Señor Audelino: Por ahí mismo está.

Rubén: ¿Qué picaban ahí?

Señor Audelino: Sería que picaban piedras, que hay muchas allá.  Del puente pa’ bajo está El Picadero y Los Corrales.

Rubén: ¿Y ese nombre de Los Corrales?

Señor Audelino: Sería porque acorralaban a las mujeres (risas).

Rubén: ¿Y qué me comenta de El Pantano?

Señor Audelino: El Pantano, eso queda arriba por Morro Alto, por el picacho del Morro Alto, de ahí pa’ bajo. Le pusieron así porque tiene una naciente de agua de una casa que había, antes había barro, yo andaba por ahí para las paraduras del niño que había antes, ahora no, yo hace tiempo que no volví a salir por ahí, hay mucho frío. Eso es de un mucuchicero (ininteligible), ahora compraron entre tres, uno de ellos es colombiano, es la finca más grande que yo conozco de Rangel.



El señor Audelino Trejo junto a su hija. Archivo fotográfico de Rubén Hernández, febrero de 2007.

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