Caminos reales en Mérida. Parte II


Rubén Alexis Hernández
 
  Los caminos reales llegaron a ser tan importantes para garantizar el control hispánico
    sobre el “Nuevo Mundo”, incluyendo los Andes merideños, que en todo momento fue
    evidente   la   preocupación   de   las   autoridades   coloniales   por   llevar   a   cabo   su
    mantenimiento regular o el trazado de nuevas rutas. En otras palabras, un sistema vial
    eficiente en los territorios sometidos por España era tan importante para la Corona como
    la implantación efectiva de diversas estructuras para lograr la dominación. Así  es resumida 
    la importancia de los caminos reales por la investigadora María Luisa Pérez González:
   
“El interés de la Corona está en todos los caminos, pero especialmente en
    aquellos  que  resultan   vitales  para  el   desenvolvimiento  económico   y  del
    Estado. Y al legislar sobre ellos o sobre otros aspectos indirectos que les
    atañen  igualmente,   los  coloca  directamente   bajo  su  protección.   Son   los
    caminos   que   en   el   lenguaje   del   XVIII   se   llamarán   a   veces   “caminos
    principales,”   pero   que   por   mucho   tiempo   se   conocerán   por   “caminos
    reales,” en el sentido de reforzar su carácter público y su utilidad general”
    (María   Luisa   Pérez   González,   “Los   caminos   reales   de   América   en   la
    legislación y en la historia” (Anuario de Estudios Americanos, enero-junio
    de 2001, p. 39):

    En el caso de Mérida,  obviamente esta situación no era diferente, y la importancia de los
    caminos reales para la organización espacial y el tráfico comercial entre la provincia
    andina y otros espacios durante el periodo colonial, está claramente reseñada en las
    normativas promulgadas en algunas ordenanzas, como en el caso de las de 1620:

     “Ordenase que se aderecen los caminos y prohivese que los indios lo hagan sin paga
    bastante. –Yten ordeno y mando que se hagan puentes en al parte y lugares donde
    convengan y que aya cuidado de repararlas y consevarlas, y que asi mismo se aderecen
    los caminos y malos pasos para escusar las desgracias y perdidas que an sucedido y
    puedan   suceder   lo   qual   se   a   de   hazer   con   repartimiento   justo   en   el   qual  
  an   decontribuir y pagar los  encomenderos y demas interesados en el adereco y    
  comodidad los tales  caminos”  (“El Régimen  de  indios  en  Nueva Granada:  Las 
  Ordenanzas de Mérida de 1620”. Anuario de Estudios Americanos, vol. II, no. 3, 1996, p.
   127).

    De los caminos reales merideños, sin duda alguna el más importante era el camino
    real interandino, ubicado a lo largo del valle longitudinal del río Chama. En primer
    lugar se trataba de una ruta natural favorecida por el hecho de que el valle longitudinal
    en cuestión era el más extenso y ancho de los Andes merideños, y en segundo lugar es
    de destacar el hecho de que dicha vía interconectaba distintos territorios de los Andes
    “venezolanos” y “colombianos”; de ahí su denominación. Esta interconexión era posible
    gracias a los enlaces existentes entre el valle longitudinal del Chama y otros valles andinos
    longitudinales. El camino real interandino llegó a ser una especie de autopista (salvando
    las distancias) entre el Nuevo Reino de Granada y la Provincia de Venezuela, abarcando
desde Santa Fe de Bogotá hasta el actual Estado Trujillo. Su trazado estaba claramente
determinado por las abras de valles longitudinales ubicados en la Cordillera oriental
“colombiana” y en los Andes merideños.

 La relevancia de los caminos reales en Mérida era tal, que posibilitó en buena medida
 la presencia  de  un gran  circuito económico  entre  los Llanos, Maracaibo y  diversos
 territorios   caribeños,   teniendo   como   eje   central   a   la   Cordillera   merideña,
 específicamente al valle longitudinal del río Chama.

 Actualmente   el   trazado   de   algunos   caminos   reales   en   Mérida   se   mantiene     
  en condiciones aceptables, considerando que estas rutas aún son recorridas, especialmente
  desde el   punto  de  vista   del ecoturismo   (mejor  conocidas como caminos  posaderos
  andinos); de esta manera caminos como el que parte del páramo La Culata rumbo al
  Sur   del   Lago   de   Maracaibo,   los   que   comunican   a  la   población   de   Gavidia  
  con   el piedemonte andino-llanero, y el que parte de la zona de Mifafí rumbo al piedemonte
   andino-lacustre,   son   frecuentemente   utilizados   por   excursionistas   venezolanos   y
   extranjeros interesados en la observación y disfrute de paisajes variopintos. 



              Fuente: Archivo fotográfico de Rubén Hernández, 15 de febrero de 2008.
   

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