Descripción colonial de algunas poblaciones merideñas. Parte II
Rubén Alexis Hernández
Acequias:
“El
Curato del pueblo de Acequias cerca de Mérida tierra templada con su iglesia, y
su ordinario ornamento produce mucho trigo, maíz, turmas, havas, arvejas,
repollos, y demás frutos de la tierra fría. Tendrá cien indios, y cincuenta
vecinos blancos pobres, temperamento sano (...) para los meridianos es
apreciable, y tienen bastante ganado” (De Oviedo,
Basilio Vicente, Pensamientos y noticias escogidas para utilidad de Curas del
Nuevo Reino de Granada, 1761).
Bailadores:
“El
domingo 23 salimos de Porquera, y llegamos al pequeño pueblo de indios de
Bailadores (...) en la cumbre que llaman el Portachuelo corre el aire algo
frío, y desde allí se baja por un monte de selva clara hasta que se sale a unas
bellas fértiles lomas que estaban sembradas de trigo, maíz y cebada (...). Y
cerca del pueblo encontramos, un muchacho que llevaba una de aquellas raíces
que en la América Española llaman yuca (...), esta población que aseguran fue numerosa
consiste en 10 o 12 vecinos indios de gente educada en buena policía, porque
solo hablan la lengua castellana, que es común en todo este Reino”
(Viaje muy puntual y curioso que hace por tierra don Miguel de Santiesteban
desde Lima hasta Caracas en 1740 y 1741).
“En
la jurisdicción de la Grita estaba un pueblo de indios llamado Bailadores, que
era de la religión de San Francisco (...) Es tierra templada, y sana, y tiene
buenas aguas, y produce de todos frutos de tierra caliente, cacao, caña dulce,
tabaco, maíz, yucas y otros frutos, y frutas, pero con la pensión de dichos
indios gentiles, tiene una iglesia ornamentada y pobre. Está cercano a la Grita
como una jornada tendrá cien vecinos, y rentará a su párroco cuatrocientos
pesos (...)” (De Oviedo, Basilio Vicente, ob.cit). Posiblemente aquí se hacía referencia a la población conocida en el periodo republicano como Tovar.
Ejido:
“El
viernes 28 (...) llegamos al lugar que llaman la Parroquia del Ejido, porque
está al principio de una pradería, en que tiene su situación la ciudad de
Mérida (...) encontramos muchas familias de Mérida, que habían venido a las
fiestas de San Buena Ventura que es el patrón (...), nos detuvimos a instancia
de don Andrés de Abreu (...), que nos encontró y con generosa urbanidad nos
convidó a comer” (Viaje muy puntual y curioso...).
“A
tres leguas de la ciudad de Mérida, a la banda de Santa Fe, o Pamplona, que es
a la del Norte está el Curato de la parroquia del Ejido con buena iglesia, y
bien ornamentada. Puede tener quinientos vecinos. Es su temperamento cálido,
pero ameno y sano con todos frutos de tierra cálida, cacao muchos trapiches de
caña, y su principal trato, muchos dulces, azúcares, conservas, y panelas, que
llaman melotes, que conducen a Maracaibo. Produce algodón, yucas, plátanos y
demás frutos de tierra caliente” (De Oviedo, Basilio
Vicente, ob. cit).
El
Morro:
“El
Curato del pueblo del Morro en el valle de Acequias con su iglesia
proporcionadamente decente, produce mucho trigo en sus laderas, y maíz, y demás
frutos de tierra fría, y tiene bastante ganado vacuno, y cabrío, y ovejuno.
Tendrá ochenta indios, y cuarenta vecinos. Rentará a su párroco quinientos
pesos, como sus vecinos Acequias y Mucuño. Es tierra fría, y sana (...)”
(De Oviedo, Basilio Vicente, ob.cit)
Estanques:
“El
martes 25 (...) llegamos a las 5 de la tarde al sitio de la Sabaneta de Estanques
(...): en este sitio que es una pradería (...) que está a la boca de esta selva
pusimos nuestras tiendas para pasar la noche (...), y pudiéramos haberlas
excusado porque teníamos a distancia de media legua bastante caserías, pero
quisieron los arrieros aprovecharse del pasto para sus mulas (...), a tres
cuartos de legua está la hacienda de Estanques en que se cogen cada año 150
cargas de cacao (...)” (Viaje muy puntual y curioso...).
“La
hacienda de los Estanques, que es muy cuantiosa (...), produce muchísimo cacao,
y de todos frutos de tierra caliente, y tiene buenos trapiches, tiene muy linda
capilla con órgano, y muy bien ornamentada. Valía treinta mil pesos, y tenía
más de ciento y cincuenta esclavos” (De Oviedo, Basilio
Vicente, ob. cit).
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