Harina de plátano: Alternativa alimenticia
Rubén Alexis Hernández
Muchos conocen y han consumido alimentos derivados
de las harinas de maíz y de trigo: arepas, panes, atoles, sopas, cremas,
dulces, entre otros. Pero, ¿quién ha consumido la harina de plátano, o al menos
tener noción de este producto?
Sepan amigos lectores que el plátano es un fruto
tropical de importante valor nutritivo, y aunque es abundante su producción en
Venezuela, no ha sido debidamente aprovechado. Consideremos como ejemplo que la
harina extraída del plátano “pintón” es de fácil preparación, tiene
aplicaciones gastronómicas similares a
las otras harinas, y elaborada de manera artesanal (casera), sin duda es
más saludable que los distintos "alimentos" refinados que circulan
actualmente en el mercado venezolano. Más aún, la elaboración en cooperativas
de la harina de plátano podría ser una importante alternativa económica y
alimenticia, con ventajas para su consumo masivo.
Pero como no somos expertos en la materia, nos
limitaremos a citar un breve escrito de
Don Tulio Febres Cordero dedicado a la elaboración y al valor alimenticio y
económico de la harina de plátano,
publicado en 1917 en el Diario de la
Mañana (Mérida):
“Cuando los plátanos están ya para
madurar, o medio pintones, se descascaran bien, y con un cuchillo cualquiera se
cortan en tajadas delgadas, pequeñas y redondas, como para hacer lo que vulgarmente se llaman
patacones: esas tajadas se lavan inmediatamente y se ponen a secar al sol ( o al
calor del fuego, pero teniendo cuidado de no dejarlas tostar). Cuando ya están
bien secas, se muelen o despedazan bien en piedra o pilón, hasta reducirlas a
polvo: ese polvo se cierne, o pasa por un cedazo fino: lo que queda en el
cedazo puede molerse y cernerse segunda y aun tercera vez. La harina que
resulte de ahí se deposita en sacos de tela tupida como las otras harinas.
Conviene advertir que en la denominación de
plátano entran también los cambures
conocidos con los nombres de guineo, criollo, pacífico y otras variedades del
banano bautizadas con diversos nombres en el país, aunque se recomienda como
más gustosa la harina que se obtiene del plátano propiamente dicho.
El rendimiento es del veinte al veinticinco por ciento de
harina con respecto al peso en bruto del fruto, según sea éste más o menos rico
en pulpa. De suerte que cien quilos de plátanos con concha o cáscara pueden dar
veinte o veinticinco quilos de harina.
Como lo dice la instrucción preinserta, la
harina se obtiene fácilmente en piedras comunes de moler maíz, o en pilones,
pasándola después por un cedazo fino; pero todavía es más rápido y sencillo el
procedimiento, empleando molinos manuales de granos, entre ellos los mismos que
hoy se usan generalmente para moler el maíz.
Como alimento, el plátano es ciertamente
inferior al trigo, pero supera a la papa, según el sabio Boussingault, quien lo considera el fruto más
útil de la zona ecuatorial. En forma de harina se presta para hacer muchas preparaciones
selectas (…). La harina de plátano, a más de nutritiva, es medicinal, mezclada
con leche, para la alimentación de los niños, ancianos y enfermos; y ligada por
iguales partes con la de trigo, sirve para hacer tallarines, fideos, galletas,
arepas, etc.
Una de las ventajas más apreciables de
este producto, para las gentes rústicas y pobres, es que no necesita capital ni
complicados menesteres para obtenerlo en pequeño, ora sea para el propio
consumo doméstico, ora para negocio lucrativo en los lugares donde el plátano
se produce a maravilla y casi no presenta
ningún valor".
Amigos lectores, espero que el relato de Don Tulio
haya despertado en ustedes al menos la curiosidad por elaborar la harina de plátano y algunas
de sus apetitosas preparaciones gastronómicas.
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